miércoles, 18 de abril de 2007

Francisco Ibáñez

El señor de la izquierda es un genio, un maestro, un dios. En otras palabras, el puto amo. Se llama Francisco Ibáñez y, aunque tiene en su haber a otros muchos personajes -el Botones Sacarino, Rompetechos, los habitantes de 13 Rue del Percebe...-, pasará a la historia como el creador de Mortadelo y Filemón.

Desde su primera aparición en 1958, los dos agentes de la T.I.A. han protagonizado más de 150 álbumes, de los que se han vendido casi 200 millones de ejemplares en todo el mundo. Con semejante curriculum a sus espaldas, el año que viene cumplirán medio siglo de existencia y, si éste fuera un país normal, a su papá deberían homenajearlo hasta en el Congreso de los Diputados. Como no lo es, la cosa se quedará en algún acto organizado por su editorial y en un montón de entrevistas y reportajes en lo que al día siguiente no será sino papel mojado. Ojalá me equivoque, pero de lo que España depara a sus creadores podrían dar fe los dos mejores, Cervantes y Velázquez, cuyos restos invito a buscar a cualquiera que venga a Madrid (tendrá que conformarse con un par de placas en la calle de Lope de Vega y en la Plaza de Ramales respectivamente).

Supongo que la comparación con los autores del Quijote y Las Meninas resulta exagerada, pero me batiría en duelo con quien osara poner en cuestión que Ibáñez está a la altura de los mitificados Hergé o el tándem Uderzo y Goscinny. Y eso sin tener en cuenta que el Tintín del primero es un nenaza con un flequillo que recuerda sospechosamente al del protagonista de "Algo pasa con Mary" (el que se peina con la mano llena de semen postmasturbatorio) y el Astérix de los segundos, un listillo abofeteable (misión imposible, por otra parte, por su inseparable dosis de poción mágica, que ya me gustaría ver cómo se las apañaba sin ella).

Cuando era pequeño, en no recuerdo qué curso del colegio, nos dejaban una hora libre para leer lo que quisiéramos, tebeos incluidos, por aquello de fomentar la lectura. Los que íbamos de guay nos plantábamos delante de un libro, que quedaba mejor, pero enseguida detectábamos a los que estaban leyendo un mortadeloyfilemón: por sus carcajadas. Hacer reír a un niño es muy fácil; hacer que se carcajee, complicadísimo. Y allí estaban mis compañeros, a mandíbula batiente, como yo cuando dejaba de ir de guay y devoraba cuantas aventuras de los dos agentes cayeran en mis manos. Hasta tal punto me parecían ya geniales entonces que no entendía por qué los adultos a mi alrededor no las leían. Es más, pensaba: "Por mucho que yo me haga mayor, es imposible que alguna vez deje de leerlas".

Evidentemente sí fue posible, pero ello no quita para que añore a unos personajes que, además de procurarme tantos ratos de entretenimiento y risas, seguramente contribuyeron como pocos a enriquecer mi imaginación, mi sentido del humor, mi creatividad, mi afición a la lectura y, por qué no, mi cultura. A este respecto, me encanta una anécdota que he leído en internet (no sé si será cierta, que en la red nunca se sabe) según la cual un concursante del programa "50 por 15" dijo haber acertado la última pregunta, acerca de los hotentotes, por haber leído en un mortadeloyfilemón a uno de los personajes empleando, para que le franquearan el paso a la sede de la T.I.A., la contraseña "esos tipos con bigote tienen cara de hotentote".

Volviendo al principio, no sé cómo se conmemorará el cincuentenario de Mortadelo y Filemón ni si estará a la altura de lo que merecen. A mí al menos me queda el consuelo de comprobar todos los años, en la Feria del Libro de Madrid, que la cola de Francisco Ibáñez sigue siendo la más grande (con perdón). En ninguna otra, ni en la del brasas de Antonio Gala, se pone tanta gente a la espera de que le dediquen un ejemplar, hasta el punto que el personal de seguridad tiene que habilitar unas vallas para poner orden entre niños y padres, curiosamente todos con la misma sonrisa en la boca. Al final resultará que las personas nos dividiremos entre las que hemos leído alguna vez un mortadeloyfilemón y las que no.

1 comentario:

sonia f dijo...

Joder, recuerdo perfectamente lo de los hotentotes!!! yo lo que nunca entendí es que a mis amigas en el colegio se les hiciera raro que a mi me gustara Mortadelo y Filemón... El especial de la olimpiada de Los Ángeles es BRUTAL