martes, 20 de marzo de 2007

Graffities

O como se escriba. Porque, con lo que los odio, no me voy a molestar en averiguarlo, así que llamémosles mejor pintadas, en castizo. Sí, pintadas. No "arte urbano". Porque aquí llega un imbécil, estampa su firma o un garabato en el pedestal de una estatua y tiene la tranquilidad de que acabará pasando por delante alguien aún más imbécil que él que llamará a eso "arte". Y que, con suerte, se cascará una paja mental del tipo "esta pintada es una expresión del decontento popular con la carestía de espacios urbanos en los que dar rienda suelta a la creatividad de outsiders que no encuentran su sitio en los circuitos oficiales (gracias a Dios) y han de buscar en la calle los mecanismos para expresar con la libertad que precisan unas inquietudes hondamente arraigadas en el subconsciente colectivo, contactando con él para retroalimentarse, bla, bla, bla...", momento en el cual tal individuo debería ser condenado a cadena perpetua en una prisión turca mientras su casa es asaltada por una banda de grafiiteros drogados, a ver si decorando las paredes de su salón le parecen tan artistas.

En efecto, si las pintadas son arte, ¿por qué sus responsables no las hacen en el hogar paterno (doy por hecho que viven con papá y mamá porque a tipos así no los veo yo muy capaces de independizarse económicamente)? En Madrid fue muy famoso un tal "Muelle", que tenía estampada su firma en media ciudad, sobre todo en los andenes del metro, como si estos no fueran de por sí suficientemente asquerosos. De él (también doy por hecho que los graffiteros son hombres en su inmensa mayoría, prueba palpable de la superioridad del género femenino) corrieron muchos rumores: que si otros retrasados imitaban su firma y por eso había tantas, que si había multinacionales en su busca para comprarle los derechos del nombre... Sólo espero que sea cierto uno de ellos: que ha muerto. Desde hace por lo menos una década, no se ha vuelto a saber de él, señal de que o ha palmado -intoxicado con tanto spray y espero que sufriendo- o se ha cansado de hacer el capullo.

Mención aparte merecen, entre estos "artistas urbanos", los que demuestran cierta habilidad en el dibujo y le ponen empeño a la cosa, optando por la pintada figurativa. Por ejemplo, en la Plaza de San Juan de la Cruz, en Madrid, subiendo por Ríos Rosas a la izquierda, el enorme lateral de un edificio de viviendas está decorado con una silueta humana bastante lograda que embellece lo que, si no, sería una pared de ladrillo más fea que Rossy de Palma antes del desayuno. Digo yo que a este graffitero le habrá dado permiso el Ayuntamiento o quien se encargue de ello para integrar su obra en el entorno, porque de eso se trata: si una ciudad es el proyecto común de todos sus habitantes, nadie puede imponer sus gustos (sus firmas, sus garabatos, sus mierdas, sus dibujos... sus lo que sea) a los demás.

En cuanto al argumento de que, si estos "artistas" -los que van por libre, no los "supervisados"- no pintan en la calle, no tienen otro sitio donde los demás puedan admirar su obra, quienes lo esgrimen deberían plantearse tres preguntas. La primera: ¿por qué no tienen otro sitio? A lo mejor porque como artistas son una puta mierda y no les dejarían exponer ni en el Centro Cultural de Alpedrete. La segunda: ¿qué necesidad tenemos los demás de admirar semejantes bodrios? ¿Nos han preguntado, antes de perpetrarlos, si queremos verlos? La tercera: si tanto precisan del reconocimiento ajeno, ¿por qué no crean un blog tan sencillito como éste y cuelgan en él cuanto garabato absurdo quieran someter a la admiración de la humanidad entera?

No puedo terminar sin una referencia expresa a la vestimenta de los graffiteros, que suele ser de tres tipos: chándal sin capucha, chándal con capucha y chándal con capucha y pasamontañas. Esta última y elegante combinación es la preferida para salir en programas de la tele como "Espejo público" explicando anónimamente el valor de su arte, la falta de de espacio, lo malos e ignorantes que son los policías que los persiguen, bla, bla, bla... Ah, y se me olvidaba el peligro que corren o nos hacen correr a los demás los muy cretinos. El otro día iba por la Nacional II, de vuelta a Madrid, y debajo de Arturo Soria, en pleno arcén, había un chandalero fotografiando a otro que posaba orgulloso junto a un engendro recién pintado, despreciando a los coches que pasaban a su lado a toda hostia. No llego a ir por el carril izquierdo y les meto un viaje que a estas horas iban a estar decorándole las puertas a San Pedro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy graffitero, y tu un puto ignorante de mierda =) t falto al respeto ya q tu lo haces sin ningun reparo, GILIPOLLAS DEL BOTE esa es tu definicion^^ si kieres hablarme (evil-trabu@hotmail.com)
GILIPOLLAS=)

Anónimo dijo...

una cosa son los garabatos y otra cosa son los graffitis, el garabato es una mierda, el graffiti es un dibujo muy currado que tu nunca alcanzaras a realizar, ¿porque no te metes con los ayuntamientos?, que aqui en badajoz hacen cada una que riete tu de los graffitis