miércoles, 23 de mayo de 2007

La madre de todas las fobias

Se me pueden tocar los webs de muchas formas, pero, si alguien quiere verme perder los papeles de verdad, no tiene más que soltarme expresiones del tipo “el trabajo te realiza como persona”, “si no trabajaras, te aburrirías”, “qué satisfacción da el trabajo bien hecho” (como si a alguien le pagaran por hacerlo mal) y similares, porque mi gran fobia, mi FOBIA en mayúsculas y con todas las letras, es, precisamente, el trabajo, el dedicar imperativamente ocho horas diarias, de lunes a viernes y hasta que cumpla los 60 y pico, a algo que me aburre soberanamente, no me realiza y, por supuesto, ni por asomo me satisface.

Si, de aquí al día de mi muerte, no hiciera más que todas las cosas que me he propuesto antes de palmarla, ya no me daría tiempo, con lo que cada hora de trabajo me des-realiza, pues es una hora menos para tantos placeres, inquietudes y ocurrencias que sí me llenan como persona (bien pensado, lo de “realizar” queda más pedante que Juan Manuel de Prada en un congreso de semiótica). Y eso que laboralmente no puedo quejarme: no me levanto todos los días a las cinco de la mañana para jugármela en una mina, ni me hago cientos de kilómetros en un camión, ni me deslomo en una plantación de fresas, sino que me dedico a lo que estudié, cobro un buen sueldo y cumplo mi horario a rajatabla. Pero, aun así, sería infinitamente más feliz sin trabajar.

Uno de los pocos planteamientos razonables que contiene la Biblia es la consideración del trabajo como un castigo divino. Recordemos: Adán y Eva están tan contentos, retozando en pelotas entre los arbustos y dando nombre a los animalitos (debían de tenerle manía al "ornitorrinco", por cierto) y, cuando ella se come la manzana, ¿cuál es la penalización? Ser expulsados del Paraíso y ganarse el pan “con el sudor de su frente”. O sea, currar.

Nuestra propia cultura grecolatina lo deja bien claro. Negocio viene del latín “neg-otium”, es decir, negación del ocio, quedando establecida así, al menos etimológicamente, su superioridad sobre el trabajo. Aunque, claro, nuestros ancestros griegos y latinos tenían esclavos, y así cualquiera. Si me regalaran encadenados a dos seres claramente inferiores, digamos Alfredo Urdaci y María Patiño, los pondría a trabajar para mí y también me pasaría el día filosofando, construyendo coliseos o luciendo palmito en el paso de las Termópilas.

En nuestro mismísimo Siglo de Oro, el trabajo estaba socialmente muy mal visto. Velázquez, para conseguir que le ordenaran caballero de la Orden de Santiago, tuvo que demostrar que no había realizado actividad manual alguna en su vida, que lo suyo era -nunca mejor dicho- por amor al arte. Y anda que no le costó: la cruz de Santiago que luce en “Las meninas” se la pintaron una vez muerto, porque hasta última hora estuvo batallando para que se la concedieran.

Como demostró Max Weber en su “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, toda la culpa es de los putos herejes. En España siempre hemos sido de desayuno tardío, siesta y tertulia y ahora estamos entre los países europeos que más horas echan en la oficina (me parece que, como acostumbran en todo ranking negativo, Portugal y Grecia nos superan), influidos por tanto calvinismo y tanta santificación del trabajo.

En resumidas cuentas, aconsejaría sospechar de todo aquel que diga no trabajar exclusivamente por el dinero. Seguro que oculta alguna perversión extraña. Y si es uno de esos que salen en la tele el día de la lotería de Navidad declarando que, aunque le han tocado sopotocientosmil millones de euros, seguirá trabajando, mi recomendación pasa por el robo y el asesinato con tortura previa, pues resulta evidente que no merece vivir.

10 comentarios:

sonia f dijo...

Dogbert siempre dice que las mejores maneras de conseguir el sueño de ser rico y dedicarte a la conquista del mundo son robar y heredar.
La perfección la alcanzas cuando tus padres roban y tú heredas.
Y si Dogbert no contempla el trabajar dentro de lasposibilid

sonia f dijo...

Decía que yo a Dogbert siempre le hago caso.

Otis Driftwood dijo...

Sabias palabras. ¿Y tus padres han robado? Porque los míos siempre han sido honrados, los muy incompetentes. Me parece que, a lo sumo, heredo la facilidad para acatarrarse.

Anónimo dijo...

Lo peor ocurre cuando un jefe te dice: "¡Alegra esa cara, hombre!". Entonces, serenamente, hay que decir: "Le doy a usted mi TIEMPO a cambio de su dinero, no MI FELICIDAD".

Buñuel ya dijo en sus memorias que el "VALOR TRABAJO" es la mayor farsa de la historia del hombre. Recomiendo su lectura tanto como la de este blog.

sonia f dijo...

Nada de nada, aunque ahora se arrepienten de no haber robado y estafado, claro está...

Anónimo dijo...

Sin embargo, no se puede negar que hay trabajos y trabajos, que la satisfacción por el trabajo bien hecho existe (¿podrías jurar, Otis, que nunca la has sentido?), que los jubilados se aburren hasta extremos insoportables o que el trabajo conforma todo un sistema basado en el reconocimiento del esfuerzo y el talento por encima de la mediocridad y la desidia. Con todos los respetos, tu afirmación me parece algo simple. Porque no es igual de gilipollas el director creativo de una multinacional de publicidad que se jacta de lo cachondo que le pone su trabajo que, pongamos, el descubridor de la penicilina, que, como todos sabéis, fue Alexander Graham Bell.

Otis Driftwood dijo...

SATISFACCIÓN: Lo juro, nunca la he sentido. A lo sumo, me pongo contento por tener un marrón menos o, como decía el jefe del Equipo A, porque "me gusta cuando las cosas salen bien". Pero satisfacción íntima y personal, nunca (cuando empecé a currar sí buscaba esa satisfacción, pero lo hacía todo tan mal...).
JUBILADOS: Si se aburren, que lean o pidan la eutanasia.
SISTEMA DE RECONOCIMIENTO DE ESFUERZO Y TALENTO: Ambos nos hemos topado con tanta gente mediocre en cargos importantes...
AFIRMACIÓN SIMPLE LA MÍA: Pos claro.
PENICILINA: No, hombre, no, ese fue Isaac Peral.

Anónimo dijo...

Cuando te pones Enfant Terrible resultas irresistiblemente irritante, (¿o es irritantemente irresistible?)

Buen finde a todos

Anónimo dijo...

Leyendo vuestros comentarios, no puedo evitar acordarme de una vez, hace muchos años, cuando un gran grupo de currelas, entre los que me encontraba, se congratulaba de haber conseguido adelantar como quince días la jornada intensiva de verano.

Entonces, un tío muy siniestro, de esos que cree que va a heredar la compañía, sin familia ni vida social, se levantó de su asiento y dijo: "Sí, anda, ¿y qué hago yo en mi casa a las cuatro de la tarde?". Valiente gilipollas.

"Pues te la machacas si quieres, no te jode" -pensé. Estoy por decir su nombre por si alquno se lo encuentra y quiere darle la del pulpo. Sus inicales: A.P.

En fin, que tenemos justo lo que nos merecemos.

Tarquin Winot dijo...

Los cabrones de los nazis sí que dieron en el clavo cuando colocaron aquello de "el trabajo os hara libres" a la entrada de Auschwitz.