jueves, 21 de junio de 2007

Deconstruyendo tortillas

Ferrán Adriá es a la gastronomía lo que muchas vanguardias a la pintura moderna. Coges un cuadro pintado por un chimpancé con parkinson, lo dejas en tu casa y no es más que eso: un cuadro pintado por un chimpancé con parkinson. Sin embargo, lo cuelgas en una galería de arte, le pones un precio de 20.000 euros para arriba y colocas a cada lado a un “moderno” con gafas de pasta haciéndose pajas sobre “la simbiótica relación entre potencias cromáticas en tanto que metalenguaje revelador de las sinuosidades más profundas del alma”… y a la mayor parte de los idiotas que desfilan por delante les parece aquello una obra de arte. Pues el señor Adriá hace lo mismo. Cocina platos como la espuma de zanahoria, los canutillos de aceituna o el no-sé-qué-coño con nitrógeno líquido, mete unas clavadas por ellos que ríete tú del kilo de angulas y a ver quién le niega el título de mejor cocinero del mundo.

El que suscribe ha tenido el dudoso placer de probar, por ejemplo, su famosa “tortilla de patatas deconstruida” o “tortilla del siglo XXI”, una especie de líquido amarillento con tropezones negruzcos que se degusta en copa de cava y con una cucharilla de mango largo. A simple vista, cuanto te lo sirven, parece como si el camarero acabara de potar las natillas del almuerzo en el primer recipiente que tenía a mano. El caso es que el mejunje en cuestión sabe a tortilla de patatas. ¿Por qué “deconstruirla” entonces? (hasta el corrector del ordenador, consciente de la gilipollez del asunto, me cambia “deconstruir” por “reconstruir”). Es más: preparas una tortilla de patatas en tu casa, la colocas encima de una mesa, la emprendes a martillazos con ella y el resultado, si no igual, se le parece bastante, con la ventaja de costar unas 20 veces menos.

Lo curioso es que deconstruir tortillas de patatas, además de hacerle a uno multimillonario y famoso, le otorga determinados derechos. Sirva esta bella anécdota como cierre de una entrada breve pero contundente cual croqueta de cocido: servidor de ustedes quedó un día en un sitio megapijo de Madrid, en el que es obligado el uso de corbata, con una de sus responsables de eventos. Tenía la sola intención de ver una sala para un posible banquete. Es decir: llegar, subir unas escaleras, asomarme a un cuartucho repolludo y pirarme. Lógicamente, en plena ola de calor y para lo que prometía ser una cortísima estancia, pasé de ponerme tan incómoda prenda al cuello. La invididua me lo reciminó, pero tuve la inmensa fortuna de que en esos momentos pasara junto a ambos el mejor cocinero del mundo, también sin corbata. Alcé los brazos y di gracias a Dios por aquella inesperada posibilidad de ponerme farruco con una cretina (que no Farruquito, aunque la hubiera atropellado a con sumo gusto): “Me parece muy bien lo que me estás diciendo, pero espero que se lo repitas palabra por palabra a ese señor”. Adriá se largó sin su charla y la mía, evidentemente, cesó.

11 comentarios:

fridwulfa dijo...

A sus pies, caballero. Le leo desde sus comienzos y creo que puedo afirmar con contundencia que éste es, sin lugar a dudas, el mejor de todos sus posts hasta la fecha.

No podría estár más de acuerdo y, desde luego, no podría haberlo expresado mejor yo misma.

Anónimo dijo...

Lo de la deconstrucción aplicado a la cocina es una gilipollez. La deconstrucción es un método de análisis creado por el filósofo francés Jaques Derrida (1930-2004) para darle otra vuelta de tuerca a la obra de Martin Heidegger. Aderécese esta teoría, simplifíquese hasta que la pueda entender mi hermana de siete años y aplíquese así, literalmente, a la cocina. Ese el el hallazgo de Adriá (¿lo sabrá él?),un hallazgo que le ha permitido tener una lista de espera de dos años para comer en El Bully (o como cojones se llame). Mi bisabuelo fue traductor de Heidegger. Allá donde esté, le ecantará saber que la huella del filósofo aleman en España ha está condensada en una pota de natillas.

Anónimo dijo...

Pero por Dios, si ya hay hasta "carta de AGUAS" en los restaurantes fetén........ qué mundo....

Tarquin Winot dijo...

Recuerdo leer hace poco que una botella de agua a base de lluvia de Tasmania (me gustaría saber como acreditan este extremo. Más aún, me gustaría saber las diferencias con el agua de lluvia de, pongamos por caso, Almendralejo) se comercializaba en sitios de este estilo y se pagaban millonandas por ellas. Impresionante.

De todos modos, si hay gente que está dispuesta a tirar el dinero de semejante forma, pues muy bien hecho por el Deconstructor Justiciero.

Eso sí, conmigo que no cuente.

sonia f dijo...

A mi, como me gusta comer, me gusta que de vez en cuando me sorprendan.
Pero de ahí a que me tomen el pelo media un abismo.
Yo soy adicta al Canal Cocina (de la tele por cable) y me divierto muchísimo más con "Los fogones tradicionales" o con la monjita que hace pasteles -que me la comería de entrañable que es- que con la puñetera "nueva cocina madrileña".
Me da la impresión a mi de que hay mucho cantamañanas suelto en este mundillo. El verdadero mérito está en hacer un cocido como el que me comí en Casa Carola hace un par de meses, que no te deja añorar el de tu abuelita. Tremendo cocido.

Otis Driftwood dijo...

A mí también me gusta comer. De hecho, en pocas cantidades. Pero de ahí a que lo que me pongan en el plato pueda esnifarlo en vez de comerlo...

Anónimo dijo...

esto de la deconstrucción no es nada nuevo. tenemos varios ejemplos muy cercanos. la intervención militar, ocupación,invasión o, simplemente guerra de irak nos da una idea de la tendencia que tenemos los humanos a construir para deconstruir y reconstruir.
todos recordaremos la conferencia de donantes que se organizó en madrid para conseguir fondos para la reconstrucción de irak. mientras los bombardeos aún no habían cesado, dirigentes de las grandes potencias hablaban entonces, con los ojos de dolar, de la necesidad de reconstruir.

mi bisabuelo también fué traductor de Heidegger. tiene un ensayo llamado "máquinas de destruir" que viene muy al caso

Priscila dijo...

Lo de la deconstrucción aplicado a la cocina no es que una mera estrategia de marketing aplicada al mundillo de la gastronomía.

Es como aquel pequeño empresario de barrio que un verano fue al parking de la playa a poner en los parabrisas de los coches sus ofertas del mes y un gurú del marketing dijo: Señores eso es parabrising.

Por cierto, yo aplico esta estrategia desde que debuté haciendo mis pinitos en la cocina porque no hay tortilla que salga decente.

Unknown dijo...

Qué manía tan española de echar por tierra el trienfo de nuestros compatriotas. Está bien que no te gusten sus platos, que te parezccan carísimos, pero Adriá es el mejor Cocinero del mundoporque así lo cree el mundo de la gastronomía.
Pareces un tertuliano de la radio que sabe de todo y se cree con la verdad absoluta.
Hablar de él como tú lo haces sólo es porque eres un inculto o un envidioso. No te conozco de nada, ¿Qué eres, envidioso o inculto?

TITIS dijo...

Si decir que cocinar con nitrógeno líquido o llevar la liofilización a la cocina, me parece absurdo, ésto debe convertirme también en una inculta, porque envidiosa de alguien que se ha hecho millonario haciendo eso, parto de la base que ya lo soy.
Ferran Adrià está entre los candidatos al Premio Príncipe de Asturias de las Artes. De las artes??????, qué incultos!!! No entienden que él es un gran cocinero.... o no?

Otis Driftwood dijo...

Jacinto, las dos cosas: soy un ignorante inculto. Eso sí, lo de tertuliano radiofónico no te lo perdono. Nunca me habían insultado tanto...